jueves, 23 de julio de 2020

declinación, decinencia, destino




Por ese resquicio que el deseo deja
Entre escudos férreos, entre la madeja;
Deseo exceptuado por las circunstancia,
Cubierto de noches de melancolía,
De mentes pesadas que anhelan vencer
De llantos y luchas en plena agonía.

Allí a la sombra del tratado implícito
Se hallaron desnudos, ciertos y puros
Alados, seguros, distendidos, seducidos,
Erguidos, estoicos, solemnes, profundos.
Cargados los cuerpos de amores salientes
Entrelazaron tactos, ósculos y zumos.

Nocturnas batallas de afables vocablos.
Verborragias colmadas, asaltos, batidas.
Alusión a todo, a la vida, al sexo,
A infernas peleas pero bien paridas.
Quemaron las naves, llegaron a todo.
Cataron del diantre, se hicieron comida.

                                     Paul Gasê


viernes, 17 de enero de 2020

abstraerse


Tiempo, amor y muerte, tres abstracciones de las que no puedo escapar.

Tiempo que no quiere parar, no lo puedo detener.
Deja detrás al amor, por el cual quiero morir.
Porque morir por amor o por amar,
me roba el tiempo lineal y se vuelve eternidad,
y muero todo el tiempo
esperando la muerte que al final pueda llegar;
la que temeré enfrentar,
la que llamo por dolor,
la que ofrecí por amor.
Amor que causa dolor, al que tiempo no le di y murió,
su tiempo terminó, la muerte lo alcanzó,
porque no tiene tiempo ni amor, es pura eternidad y no tiene control.
Muerte que comulga eternidad, solo espera no morir sin amar.
Quiere del tiempo ese don, el de morir y terminar,
porque espera no morir sin haber amado, a mi sombra,
contando el tiempo muerto. Y la veré yo, llorar
y con dolor porque no ha sabido amar
teniendo la eternidad toda a su favor.

                                                                                                  Paul Gasê

jueves, 16 de enero de 2020

en 20´

Los higos de Manolo el almacenero son formidables. Salieron de postre, bien almibarados, dotados de éxtasis, sublimes pero pocos. Tienen eso que te transporta vaya a saber desde cuándo y que lugares de hace tiempo y  hasta que se yo que sensaciones que parecían ocultas.
La tía Elba los sirvió con tan poca, no se qué crema con gusto a naranjas o limones, creando una cubierta sobre los arrugados frutos macerados en el mismo maraschino que se ve le había quedado de la última vez que nos invitó a la yerra; o lo compró en lo de Manolo cuando decidió bajar los higos más altos, a cañazos, esas brevas que los gorriones les gusta comerse y hacerlos ofrenda, primicias de la vieja higuera, tan vieja como la tía.
El farol entró a hacernos perder el foco de los restos que navegaban en el meloso fondo de las compoteras; era tiempo de volver. Arranqué despacio, la reina de la noche esta vez no acompañó el periplo, alunada como ella sola, despechada, porque cuando se nubla le clavo la mirada y la persigo pero cuando se limpia el manto eterno de la noche, las estrellas me miran y me pasean por sus lechos y la olvido como a Rosa, cuando las mellizas de la Tatusera me invitan a comer manzanas maduras de los arboles del fondo a la hora de la siesta. El pedregullo del viejo camino rural lastima las alpargatas dejándolas cada vez más bigotudas.
Todavía no amanece, nunca amanece, no va a amanecer.
Salimos la madrugada de ayer con el Fantasma, el chicho; él  va arrastrando los huesos, yo reteniendo los higos en la lengua vacía.

                                                                   Paul Gasê

lunes, 18 de febrero de 2019

sedes


El espejo que no he mirado, esta mañana me devuelve un ser que busca sus verdades. Esta imagen revelada vaga a cielo abierto como ángel desvelado que no encuentra reposo. ¿Quién dicen que soy? Yo solo veo soledades, deseos duros en mis sueños, rostros perdidos en el tiempo que se pasean en mi jardín pisoteado. Sé que no es la imagen del sol la que devuelve esta mañana el espejo de mis manos, sé también que las juventudes con sus perversas virtudes poco a poco me abandonan y se llevan las pizcas de amor que en sus oportunidades me darían. 
Mis manos acarician los hombros desnudos de las miradas sensibles y amables de muchas que quieren ser solo un amor que dure lo que queda del camino. Me envuelven las piernas de esa que encarna a todas las piedades que creo merecer y que no llegan jamás, pero ahí están decomisadas en el puerto de su piel, sin salir, atrapadas en el deseo apurado de beber de sus pechos, sin cruzar los estereotipos logrados en su mente, el maldito pensamiento construido de que todas y todos son iguales, queriendo lo mismo en cada instante, unos seguridad y otros placeres y termina siendo al revés, pero la vida pide a gritos de los dos para los dos.
Así, tan cruel, cuando lavo mi rostro, el agua fría que descansa levemente en mi semblante me devuelve la forma de mi angustia y mis dolores de abandono, de los besos que no he dado y de los brazos que no abrazan. Hoy no estoy esplendido, hoy no estoy humano, hoy no estoy…

Paul Gasê

jueves, 10 de enero de 2019

conjugando lo simple

   De mis sueños y los tuyos vive la fe, aquella que se inflama en esperanzas. Esperanzas de poder sentir amor aún sin ser amor, aún sin percibir que así lo sea. 
    Eso de luchar contra el dolor sin ser herida, de pensar sin conocer, de volar solo porque hay cielos que surcar; pretender entender que no hay mucho que entender, que solo es lo que es y que no hay más ni lo habrá por ser otro que no somos, eso apaga el fuego que nos quema de pasiones y seca los estanques de las aguas de nuestra sed. 
    El vínculo hacendoso, el que perdura, se hace vivo cada vez cuando vamos hacia lo que solo hace bien, esquivando los obstáculos que distraen de lo que importa. Hay quien piense que estrellando esas piedras las sacamos del camino, del nuestro, pero solo es buscar ir tozudamente contra la mole que molesta a lo que somos, aquello que es parte de los otros por naturaleza y no tenemos permitido cambiar para nuestro propio goce y parecer.
    Yo no parezco lo que soy, soy eso nada más, lo que ves. Quién prefiera mi oración, que me surge desde el alma, así como es sin buscar perfeccionarla o bifurcarla, les cedo mis verbos más preciados para conjugar las palabras verdaderas, las más puras que surjan de su alma. Amar, reír, llorar, perdonar, volver, aceptar, dormir, despertar, volver a reír, volver a amar. 

Paul Gasê

martes, 27 de noviembre de 2018

complot



Que emerja, que salga todo afuera:
bestias agridulces desplomadas, 
letras de finales breves escondidos.

La conducta y la quimera mutuamente se protegen,
contubernio errante dirigido a la razón,
mi razón.
Senos redondos, tórridos, desnudos,
que me alejan, me sostienen y me enferman.

Recibí la moneda de perfiles semejantes:
este y aquel, con valores disimiles,
con estrategias copiadas, con saña,
venéreas.

Dónde esa luz es existe duda y sangre;
rodeada de viejas y nuevas noches
tutela mi ego con los ojos más notorios,
de agua y sal vestidos, fáciles y volubles
embisten como faros, miran fijos, obscenos
y no es a mí.

                                                      Paul Gasê





jueves, 18 de octubre de 2018

Bajo el falso cristal en una hilera de personas.







La otra noche tibia te escuché tranquilo bajo aquella luna débil y falaz. Se escapaba fútil sobre mi horizonte, mientras, con ternura  tus ventanas blancas me aclararon todo y un poco menos.  ¨ ¡Exacto! ¨, me dijiste vos, ¨fue esa ida y vuelta¨, una frase que te determina y que me deja pistas para interpretar. Voy notando así, lento pero lacónico, lo que te interesa y también el abrigo que le das paciente a tu corazón para  no arrastrarte a algún desengaño supongo, o distanciando pasiones suponés, cortando las palabras que enredan tu alma a las letras de mis baladas.

Aún lejos y entiendo bien no arribar aún, si no me has entregado el pasaje de ida plena a tus pasiones ni puertas abiertas por donde pasar para cerrar el círculo y emprender la vuelta. Son solo ventanas, las que abriste un rato, aunque muy claras, me están tensionando, me tientan de a poco a dar ese salto para cruzar. Aterrorizado, paralizado estoy. No me consta que hay tras esa inmensa lumbrera que emitís desde tu interior. Tal vez solo sea un reflejo ampliado que se da en mi mente del deseo saturado de quemarme en tu sol o tomo ese brillo que te surge limpio y lo ensucio un poco con mi peregrinaje.

Ocurre creo, que no me animo a declarar las intenciones subjetivas  de mi alma, las de la parte más pura y más ególatra, la que es todo fuego. Y es que quiero tus virtudes, que las mías son pocas y de no andar mostrando mucho a la luz del día. Pero eso ya lo sabés, te lo deje posando en la imagen acústica que intenta madurar tu entendimiento, muchas veces. Tal vez busco hinchar tu gluten con mis levaduras y lograr el maná que nutra el cielo o encender la chispa que enciendan las brazas que sirvan de senda hacia el propio infierno.

Me rio mientras leo lo que escribo, porque pienso en toda esa furia sensual que me provoca hacerlo, queriendo así, sin esperas provocarte. Seguramente mi verba termine apoyada en tu mesa de luz en un angosto encuadernado barato o como tierna reminiscencia en tu mente cual peluche en el respaldo de tu cama. Mientras escribo también lloro, porque entiendo mis falencias y mis dones anhelados que serán jamás regalo a mis virtudes; las tales atraerían tu atención, tu admiración, tu interés hacia mis ojos primero para luego devorarme de un bocado.

Si me ves oscuro, porque vos sos clara o mi brillo tenue ensombrece tu luz, mantené el alma donde la guardás, pues es sabio el cierre de tu corazón y eficaz la capa que cubre saliente las desnudeces que no son afines a mi obediencia. Por si el contrario creés que soy de lo alto y tus pies son barro, agua y distracción a mis sueños; no dejés que engañe tu vista las formas porque lo cierto es que sos más alta que yo. Pero rendíte, te lo imploro, porque no me animo a mostrar lo que soy, lo que tengo, lo capaz que soy de transformar tus horas, aquellas que dejés que tome el timón; que no son momentos de dejarte aislada sino de acompañarte en tu procesión, codo a codo como van hermanos, dos bueyes cansados bajo el rojo sol de la dura labranza.

Con esa luna falsa como mi testigo, fue esa buena noche de cercana charla, aunque yo en mi patio y vos en tu habitación, que mostraste algo de lo que cargás y no te ofendió mi galantería ni mi elocución, cuando te explicaba que me siento libre y que descanso escuchando el tono de tu fértil voz y todo aquello que ya estás sabiendo: sobre tus ojos, sobre tus manos, sobre tu piel;  ahí donde quisiera estar, ese último lugar que jamás he visto y que es solo tuyo y de nadie más.

Me parezco al can que da vueltas y vueltas antes de acostarse a dormir su sueño. Decíme  que ya sabés, que te diste cuenta lo que estoy diciendo con tantos verbos y sus conjugaciones, con tantos ejemplos y alegorías de lo que  siento; de lo que sentirías si yo te dijera o vos lo supieras. Ante esta cobardía mía que no deja salir de mi lengua todo lo que escribo te pido encarecidamente que ya te des cuenta, que lo descubras pronto; porque no sobrellevo tener que ocultarte cuanto me gustas.

Y a mí, a mí me gustas tanto.



Paul Gasê