Creciendo oscura la noche, se come la luna,
los soles, las ganas, los montes, los sueños;
tirita de miedo, se traga el silencio, la pena
perpetra sutiles condenas, se acoge en encierros.
Desata tormentas de furia apagando los cielos
alimenta las frías mañanas plagadas de ocasos;
convierte aquel manto sagrado que fue mi sustento
en recuerdos de gloria, en fútiles grises retazos.
Con desprecio, me roba el aliento, con saña,
engaña mi mente, mi alma, mi prosa, mi cuerpo;
despliega su juego la puta y divina se encarna,
me elije su hombre, su bestia y me deja en el suelo.
Al amargo duelo de saberme solo me arrastra,
descalzo de magia y amores, sumiso me entrego;
cosecho utopías, en burbujas de falsa esperanza
que se van quemando, que me van mordiendo.
Paul Gase