De mis sueños y los tuyos vive la fe, aquella que se inflama en esperanzas. Esperanzas de poder sentir amor aún sin ser amor, aún sin percibir que así lo sea.
Eso de luchar contra el dolor sin ser herida, de pensar sin conocer, de volar solo porque hay cielos que surcar; pretender entender que no hay mucho que entender, que solo es lo que es y que no hay más ni lo habrá por ser otro que no somos, eso apaga el fuego que nos quema de pasiones y seca los estanques de las aguas de nuestra sed.
El vínculo hacendoso, el que perdura, se hace vivo cada vez cuando vamos hacia lo que solo hace bien, esquivando los obstáculos que distraen de lo que importa. Hay quien piense que estrellando esas piedras las sacamos del camino, del nuestro, pero solo es buscar ir tozudamente contra la mole que molesta a lo que somos, aquello que es parte de los otros por naturaleza y no tenemos permitido cambiar para nuestro propio goce y parecer.
Yo no parezco lo que soy, soy eso nada más, lo que ves. Quién prefiera mi oración, que me surge desde el alma, así como es sin buscar perfeccionarla o bifurcarla, les cedo mis verbos más preciados para conjugar las palabras verdaderas, las más puras que surjan de su alma. Amar, reír, llorar, perdonar, volver, aceptar, dormir, despertar, volver a reír, volver a amar.
Paul Gasê