Si te permito en mi mente,
a través de mis recuerdos torpes,
de llantos y risas, de dolores y de goces...
Se abren cuevas de retóricos discursos
que pretenciosos de conmover mi espíritu
lucen fríos y voraces.
Aun al nominarte en tu deceso moral
me presiona tu beso robado
que confundió como pecado
a perpetuidad mi centro carnal.
No queda en mi orgullo ni temor de ecos
desde adentro sutura la nobleza tu fraude
y proscrito quedó por ti el lamento.
Tu burla ya es absurda y no me azora,
por que en mi perdura la esencia,
la luz propia de mi ser
amparada fielmente hasta mi hora.
Paulgasé
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