Sumida en vuelo la veo,
la hallé perdida en el centro de mi mente
en lo opaco de mi lecho.
Aludido por su grito,
sigo y me alzo, me asumo rebelde,
me quemo, me derrito.
Por su mano amarga,
se alarga mi pena en mi sueño silente,
me reduce, me aletarga.
Me asombró su paso,
su sombra escasa divisé en el puente
principio del ocaso.
Paulgasé
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