Redime el
hueso el pasado
Relegando los
rencores
Sin pensar…
en un instante.
De los yerros
se ha librado
También de lucros,
amores
Del pedregal
por delante.
No lo
envuelven los dolores
De la carne
y de la mente,
No hay impiedades
presentes.
Tampoco el
río interior
Cargado de cobardías
Ya lo
recorre latente.
De los
meollos del seso
No declara la
osamenta,
El sin
sentido voló se.
No necesita
de excesos
Ni de
pasiones se alienta
Solo secretos
esconde.
No se nutre
del espanto
La risa lo
ha abandonado
Y paraísos… no anhela.
La greda es
su cielo santo
Entre jardines
pintados
De tréboles y
de menta.
Paul Gase