domingo, 24 de junio de 2018

mis ojos

¨Tus ojos¨ me dijiste y me arriesgué a especular.
Mis ojos no dicen nada, al menos ante los tuyos. Solo pierden el juicio ante su brillo y su alma. Hasta llegaría a pensar que soy un pobre animal, que solo mira y queda fascinado ante ellos, tan verdes como mar, como espejos y se queda inmóvil y muere estrellado o convertido en sal besado por su reflejo.
¡Qué mirada la tuya! A la mía la aturde y la completa, la calla y la hace gritar, gemir, reír, llorar y produce cientos de entes más que no sabría explicar, expresar o concebir. En fin, quizás mañana o pasado, sentados ante la aromática atenta mirada de dos cafés,  me quieras decir con tus palabras o con tus ojos lo que en realidad quieres decir y así yo pueda pensar si lo anodino de los míos se debe a que soy feliz de que me mires así.
Como si de ojos se hablara, digo en voz alta esbozando una sonrisa. Si ellos más que nosotros lo perciben. Intentamos escaparnos, irresponsables, al menos de las miradas cruzadas, de las saetas disparadas envenenadas de caricias, de las locuras pensadas, de los deseos ocultos provocados en segundos. Se trata de no pensar creo o de hacerlo con arrojo, saber que no son tus ojos ni los míos lo que cuenta, sino el lenguaje efectivo, el que genera impresiones de imágenes acústicas nunca habladas en lugares prohibidos, en rincones desiertos, en sillones tranquilos.
Pienso y me miro y alejando tu mirada unos momentos me digo: tengo que pisar tierra y aceptar que no son besos ni palabras, son miradas que quizás solo yo crea que mis desterrados ojos sean destinatarios.
¡Ay! …Esas esmeraldas enormes que guardas bajo tus cejas… ¡No! …¡Me escuchaste, no te rías, por favor! Es que no percibo de tan lejos el reflejo de tus ojos y no sé si estás atrapada en el brillo de los míos que provocaste hace un rato cuando dijiste ¨tus ojos¨ o si es la irónica sonrisa de saber que aunque yo quiera jamás me habrás de mirar como mis ojos te miran o te quisieran mirar.
Mis ojos no son los tuyos. Mis ojos son atrevidos porque no piden permiso ni a mí ni a vos cuando tus ojos pasan deteniendo tu mirada, acorralando, poniéndose les de frente, mirando fijamente, hasta que responden algo. Se aprovechan de su luz. Pero creo que más se abusan de mí, de mis miedos, de lo menguado que soy cuando quedo deslumbrado, no solo por tus ojos, también me incomodan tus labios. Les digo: ¨no por favor, no quiero que me descubra¨. Sería una locura dejarme llevar por ellos y al final cuando cae la noche en la soledad más fría verme frente a al espejo, el más callado que existe, sabiendo que no es contigo que miraré las estrellas ni ninguna lluvia intensa que nos encuentre abrazados con las miradas desnudas, más desnudas que los ojos, más desnudas que mis manos.
De todos modos tranquila, no es culpa de tus ojos, es lo ciego de los míos.
Paul Gasê

Je Suis Désolé (Carta a mi conciencia)
                                                                              Fragmento





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