martes, 30 de agosto de 2011

A mi niña


Supe que venias, te anhelaba, te esperaba.
No sabías que eras niña, que eras bella,
que volabas.
Solo un poco y crecerías, gritarías, reñirías.
Sentadita bajo un árbol en verano
mi llegada esperarías.
Con tus labios y tus manos endulzadas
mis mejillas dejarías pegajosas.
Sonriente, feliz, impetuosa,
carcajadas desbordadas de cosquillas.


Llantos intensos, caprichosa, ojos lindos, ojos grandes,
cara sucia, besos tiernos, manos pillas en mi pecho.
Pasa el tiempo y a mujer tú vas cambiando.
Adolescente, incorregible,  largos pasos.
Mis besos y caricias los esperas como siempre,
pero dices, que avergüenza que te vean, que no quieres.
Para mi continuas siendo aquella,
que cabeza transpirada despertabas junto a mí.
Largas siestas de sueños cortos, bellas charlas.
Una almohada testigo fiel de las miradas.
Sorprendida, boquiabierta, atenta recorrías mis relatos.
Quizás no lo recuerdas, pero así pasábamos tu y yo.
Esos eran nuestros tiempos, solo nuestros.
Cuando apenas desbordabas mi cintura, me trepabas.
Estallaban risotadas compulsivas, si jugando con mordidas,
enredados en el piso, de la vida disfrutabas.
Es así como recuerdo nuestro mejor momento.
Es exactamente lo que espero de nuevo sentir, cuando te veo, cuando recibo tu abrazo y me regalas tu beso.
Mi eterna niña, para ti nacen mis versos.
Para que comprendas cuanto te anhelaba cuando estabas por nacer,
Para que jamás tengas dudas de lo mucho que te quiero.


                                      Paulgase

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