Tu sombra ya no huye de mi luz
Y la luna no acude cierto a mi
ruego
De alertarte, de invitarte a
que me pienses,
Que me rondes, que compartas mi
deseo.
Esta noche he perdido la
esperanza
La paz, la calma, el sueño, el
aliento,
La costumbre de nombrarte
hasta llorar
Y respirarte hasta agotarse el viento.
Mi mano de silencios está fría
Tu mejilla se ha olvidado de
mis besos
Y mi alma el pensamiento no descansa
En los trigales frescos de tu
cuerpo.
¡Ay! mi dueña… ¡ay! mi amada
Si tan solo recordaras que te
he amado,
Que pecamos y rezamos junto al
alba.
¡Que destino más perverso me ha
tocado!
Paul Gase