Desgloso en tu
mirada cada huella,
cada herida del
alma que te habita,
cada rastro de
alegrías que iluminan hacia afuera
y lo oscuro de la
bestia encadenada en lo profundo.
Desarmo el
argumento que retiene la agonía que suprime tus deseos
con la yema de los
dedos,
a la espalda de
tus ojos,
sobre el hombro
descubierto y conmovido por mi aliento.
Absorbo todo el
fuego que desprendes en mis brazos,
decidido a
confrontarlo, a atizarlo,
a promover el
incendio de tu infierno y de mi cielo,
donde has llegado
beso a beso.
Paul Gasê
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