domingo, 3 de septiembre de 2017

siempre nunca a mí



Tomo del dulce licor que me ofrece la ilusión
Y estoico concibo todo aquello que me turba, solemne,
Canto sus odas, en cuales nombro al corazón.
Sádico, el dios del sueño, con artificio me entretiene.

Ante la jugada de despertar rodeado en caricias
La puerta iluminada y oscura se cierra detrás.
Destruye sin piedad sus ojos picantes, delicias.
Quiebra su sonrisa como cristal entre el azar.

Se arrastra una vez más mi pasión ante esa luna,
La que cambia el pronombre de su dueño y la mirada
Reprimiendo la palabra que desata toda lucha,
Eligiendo otro mártir sol para quemar su enramada.

                                                                Paul Gasê

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